Por. Franco Giordano.
Nuestras actividades tienen un origen y un fin. No podemos evitar pensar que nuestros corazones no están dirigidos por un sentimiento universal. Ese sentimiento es el amor, el amor al otro, el amor a cuidar de nos-otros… para eso enfatizamos en la creación de organización, en la construcción de organizadores, en la construcción de “sujetos populares diversos”. Nuestra actividad no consiste solamente en crear un sujeto revolucionario a imagen y semejanza de nuestro imaginario, más bien ayudamos a re-apropiarse de las herramientas para su construcción como pueblo organizado. Esa construcción necesariamente rompe los esquemas pues entendemos que el sistema imperante actúa –principalmente- al menos de dos maneras (entre muchas otras) frente a “los pueblos organizados”:
i) Criminalizándolos: para no ser tan “técnicos”, me refiero a “presentarlos como movimientos de delincuentes” antes que movimientos sociales. (Tal como se hace con el pueblo mapuche y sus redes de solidaridad, que se les presenta como “criminales”, “encapuchados”, o “desorganizados” antes que manifestantes de un legitimo derecho de pueblo)
ii) Invisivilizándolos: me refiero a “hacerlos invisibles”, que no existan (un ejemplo claro aquí mismo es la huelga de los mineros de Tambillo, de los cuales se pensó que “no existían” o “no tenían un problema” luego de finalizada la huelga de Hambre)
Por otra parte también existe la “inclusión” con la que debemos tener mucho cuidado. A medida que los pueblos organizados avanzan en los procesos de construcción autónoma, los organismos estatales, los partidos políticos, las fuerzas armadas, los patriarcas de la educación, entre muchos otros comienzan a asustarse ante la posibilidad de “un cambio”, de cambio real, “estructural” –no de un cambio planteado en términos maquillados como el de Obama o Joaquin Lavín, que más allá del nombre de “cambio” realmente no plantean desarmar el capitalismo y el orden económico y social liberal generador de tantos pobres-, y presentan como alternativa “la reforma”, que se transforma en un “pacto” que no cambia real y profundamente la realidad.
Es aquí donde se vuelve más que necesario el amor, entregar estas herramientas a la construcción social, colectiva y también la “individual”, a todo ámbito en que se pueda utilizar con buenos fines, el amor consiste en entrega, en comprometernos con algo y tratar con todas nuestras ansias rebeldes de llamar a todos a construir la emancipación social. Aquí no hay pocos maestros, todos los somos, de todos aprehendemos.
Espero opiniones y debate; es necesario po cabr@s!
Abrazos Fraternales!!!!!